El nombre de Albalate deriva de la palabra árabe “Al-Balat”, que significa “el camino”, su término fue atravesado por romanos y visigodos en su paso hacia altas tierras castellanas.
No será hasta la Edad Media cuando se puede hablar de Albalate como núcleo urbano, esta pequeña aldea fue creciendo al amparo de los Reyes de Castilla.
El Rey Alfonso VIII en el año 1175, la concedió a la Orden de Calatrava, que la unió a su jurisdicción, bajo el Fuero de Zorita hasta 1566 cuando el Rey Felipe II vende el municipio a su valido D. Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Eboli. Siguió la villa unida a la familia Mendoza hasta principios del s. XIX en la hora de la abolición de los señoríos.
Durante el s. XVI sucedió uno de los hechos más importantes que han acontecido en el pueblo el descubrimiento en los campos de Cabanillas de la Santa Cruz o Cruz del Perro, original obra de orfebrería en bronce con baño dorado que data del s. XII.. Que fue origen de gran devoción recibiendo la visita de Carlos V y Felipe III.
Paseando por las calles de Albalate de Zorita nos encontramos con la emblemática Iglesia de San Andrés, del S. XV al s, XVI de estilo gótico isabelino, destaca su portada norte de estilo plateresco, su interior podemos admirar las bóvedas de crucería góticas y su magnifico retablo de madera policromada y dorada de estilo barroco, en ella halaremos a la venerada Cruz del Perro.
Siguiendo nuestro caminar llegamos a la Ermita de los Remedios construida en la segunda mitas del s. XVII, destaca por la sobriedad de su portada de estilo herreriano. Si prestamos atención oiremos el sonido del agua de la Fuente de los Trece caños, uno de los símbolos de la localidad, su estilo es renacentista de principios del s. XVII.
Andando por el camino de la Vega encontraremos la edificación más antigua del municipio, la Ermita de Cubillas, actual cementerio, data del s, XIII de estilo románico tardío. Bajo el alero descubrimos una de las mejores colecciones de canecillos de la provincia, entre los que destacan cuatro de tipo sexual.